NUTRICIÓN: REDUCIR EL COLESTEROL A TRAVÉS DE LA DIETA

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  • Plan dietético de cuatro semanas con los alimentos, recetas y técnicas culinarias más indicadas para reducir el colesterol.

 

 

 

Colesterol y tendencias actuales

Son cada vez más los jóvenes, más hombres que mujeres, con el colesterol por encima de los niveles adecuados. De hecho, las cifras sobre la prevalencia de la hipercolesterolemia entre la población española son alarmantes. Según el documento ‘Control de la Colesterolemia en España, 2000: Un instrumento para la Prevención Cardiovascular’, más de la mitad de las personas entre 35 y 64 años (57,6%) tiene una colesterolemia (nivel de colesterol en sangre) igual o superior a 200 mg/dl, nivel máximo consensuado por las sociedades europeas para la prevención de la enfermedad coronaria. Al 16% de población con la misma edad se le diagnostica hipercolesterolemia definida por tener niveles iguales o superiores a 250 mg/dl (para que el diagnóstico sea determinante se mide el nivel de colesterol en dos ocasiones separadas en el tiempo).

Atendiendo a estos datos, y vista su asociación con la arterosclerosis y la enfermedad coronaria, el colesterol elevado se ha convertido ya en un verdadero problema de salud pública en España. La situación se agrava aún más si se tiene en cuenta que muchos jóvenes no saben ni que tienen este problema porque no se han hecho un análisis de sangre desde hace años.

De hecho, gran parte de la población entre 30 y 40 años descubre que tiene el colesterol alto tras un análisis rutinario en la mutua o en la revisión periódica de la empresa. Incluso muchos de estos exámenes provienen de un centro de nutrición. Muchos jóvenes, preocupados por su peso o su estética, acuden a un dietista, quien les sugiere un análisis de sangre reciente como información para incluir dentro de su historial y así lograr un enfoque dietético más eficaz.

Estudio previo de hábitos dietéticos

Durante los últimos 30 a 40 años, la dieta en España se ha alejado del patrón mediterráneo considerado saludable. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), durante los años 1964-1965 se seguía un patrón muy próximo al de la dieta mediterránea. Durante el 1990-1991 ya es manifiesto, sin embargo, el aumento del porcentaje de energía aportado por las grasas (del 32% al 42%). Este crecimiento va en detrimento de los carbohidratos, los cuales han pasado de proporcionar del 53% de las calorías totales al 42%.

Por tanto, el primer paso para que el tratamiento dietético del colesterol alto sea eficaz es ponerse en manos de un nutricionista, que analizará a fondo la historia de la dieta. Es preciso conocer los hábitos alimentarios del individuo, su estilo de vida (si fuma, si bebe habitualmente o si practica ejercicio de forma habitual) y sus antecedentes de salud para determinar el origen dietético del trastorno. Es cierto que los determinantes genéticos influyen en la aparición de colesterolemia, aunque en la mayoría de los casos el origen es alimentario. En especial, se asocia a un desequilibrio en la ingesta de grasas (ingesta desproporcionada de grasas ‘trans’, grasas saturadas y, en menor medida, de colesterol). Una dieta eminentemente carnívora, rica en lácteos, pre-cocinados, repostería y bollería industrial suele ser el denominador común en muchos de los casos analizados de hipercolesterolemia límite.

 

 

Alternativas saludables

Tras un exhaustivo registro del consumo habitual de alimentos, se identifican los alimentos ricos en grasas ‘trans’, que son las que mayor perjuicio tienen para la salud cardiovascular por su gran capacidad para elevar el colesterol plasmático. Será preciso entonces buscar alternativas saludables a los habituales ‘snacks’, aperitivos salados como palomitas o patatas fritas, pre-cocinados (empanadillas, croquetas, canelones o ‘pizzas’), repostería (sobaos y magdalenas) y bollería industrial.

También se suele abusar de los quesos curados de sabor fuerte y los embutidos. Los almuerzos a base de bocadillos rellenos con estos alimentos son habituales entre muchos jóvenes, que por lo general tienen trabajos que requieren esfuerzo físico constante (construcción y gremios relacionados). El carácter graso y la abundancia de grasas saturadas determina que un consumo habitual de los mismos sea, en parte, la causa dietética de la subida del colesterol en sangre a edades tan tempranas. Asimismo, son alimentos habituales en las cenas informales. Por tanto, desequilibran la dieta diaria por exceso de grasas saturadas y colesterol y desplazan el consumo de alimentos más saludables como pescados y huevos.

El desequilibrio nutricional aumenta si en la dieta no se incluyen alimentos ricos en grasas insaturadas de reconocido efecto hipocolesterolemiante, como los pescados azules y los frutos secos. Se deberá pensar, entonces, en la forma de incluirlos sin que el cambio dietético sea radical. Así, la persona se habituará a comer más sano poco a poco, con el mínimo esfuerzo y con el máximo placer.

 

Identificar el origen de la hipercolesterolemia

El primer paso, conocer que se tiene el colesterol elevado, ya se ha dado. El siguiente es analizar y valorar los factores de riesgo de enfermedad coronaria, que pueden ser individuales (fumar, inactividad y dieta poco sana) o familiares (antecedentes de colesterol alto). En este sentido, conviene conocer si familiares próximos (padre, madre o hermanos) tienen el colesterol elevado o tienden a ello, con el fin de descartar una hipercolesterolemia familiar, que dirigiría el tratamiento por otra vía.

Las sociedades especializadas europeas recomiendan que las personas sin síntomas y con riesgo bajo se midan el colesterol total sérico, al menos una vez, antes de los 35 años de edad en varones y antes de los 45 en mujeres. Después se determinará una periodicidad de cinco o seis años hasta los 75.

La Fundación Española del Corazón advierte que las personas con niveles de colesterol en sangre de 240 mg/dl tienen el doble de riesgo de tener un infarto de miocardio que aquellas con cifras de 200 mg/dl. En este sentido, y por consenso de las sociedades científicas nacionales e internacionales, se aceptan como normales los siguientes valores:

 

Aunque la relación entre hipercolesterolemia y cardiopatía isquémica es gradual, se considera hipercolesterolemia a los niveles de colesterol total superiores a 200 mg/dl e hipertrigliceridemia cuando el nivel de triglicéridos es superior a 150-200 mg/dl. Como norma general, el colesterol LDL debe ser inferior a 100-130 mg/dl y el colesterol HDL debe ser superior a 35 mg/dl en el varones y 40 mg/dl en mujeres.

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